Saturday, April 18, 2009

MANIFIESTO CONTRA UNA REVOLUCIÓN ASESINA

(Van casi 50 años)

Aunque sus decrépitos mentores
en pleno siglo veintiuno,
continúen
en forma tozuda y criminal
(igual que en sus viejos tiempos),
impartiendo las cotidiana órdenes estalinianas
a la soldadesca
del régimen policíaco isleño
para que detengan, torturen
y hasta despedacen,
a menudo,
a sus compatriotas disidentes, a periodistas
o a todos a la vez,
aunque esa sea la realidad
el tiempo pasa.


Pasa y
las buenas maneras
se imponen.
El saludo cortesano de buen recibo
se impone
y el vaivén y veleidades de la moda política
me exigen,
que debo olvidar que ella
siempre ha sido
una revolución asesina.


Que ella para exterminar a su prójimo
instauró el paredón
la condena sin juicio
la delación perjura familia adentro,
los comisarios policíacos de barrio,
la Contrainteligencia Militar,
el terror atroz como pan de cada día,
la desesperanza cotidiana.


Debo olvidar
que hoy, en este día, a esta hora,
sufren y gimen en las mazmorras de Santa Clara
y en cientos de prisiones cubanas,
jóvenes anónimos
encerrados por culpa de sus comentarios desmedidos
(por lo tanto, peligrosos)
en contra de ella;
otros
por haber sido sorprendidos
por la CIM,
(Contrainteligencia Militar),
sacrificando una gallina o un cerdo
criados y alimentados con desperdicios
y cáscaras recogidos
por aquí y por allá,
y por lo tanto,
des su comprobada propiedad
pero, !Ah!
sin cumplir con el requisito
del permiso de ley,
y por lo tanto
en forma furtiva y antirrevolucionaria
a la luz de la leyes de la CIM
que son leyes
Contralavida
Contralalibertad
Contramor
Contracompasión
Contrahonor
Contralegría.


Debo borrar de mi memoria
que estos prisioneros afrentosos
todos
con condenas de doce años,
se mutilan unos a otros
sus dedos, manos, ojos
para probar suerte
y acceder a un cambio de su mazmorra
por otra
en donde, por lo menos tengan
comida
y
agua
y un sitio seco
en donde puedan dormir acostados
o
pasen esperando la muerte
como único alivio.


Las buenas costumbres,
las maneras civilizadas
la moda política
me exigen
que lo olvide...
y que olvide
que la menguada libertad
de ese pueblo,
desportillada a punta de terror,
no alcanza
para que alguno señale con el dedo
una a una,
las trescientas cárceles infernales
en donde han padecido tortura infame
más de quince mil presos de conciencia
repartidos en esa pequeña geografía
de isla caribe.


Pero resulta
que soy hombre libre
ordinario
resabiado
y respondón,
que me asquea la cobardía
y la sevicia del tirano,
que desprecio al asesino,
escupo en la cara del verdugo
y no me da la gana de olvidar.
Jamás.


Faustos Dimitrakis
Amarales City, noviembre 11, 2007